Fenecer en la tierra

Fenecer en la tierra
                         texto y dirección Elena Sousa
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Castilla, junio de mil e cuatrocientos e noventa e dos. Apenas queda un mes para que expire el plazo de expulsión que echara definitivamente de España a todos los judíos del reino. Un anciano que responde al nombre de Abraham Senior toma el bautismo presionado por las circunstancias. Toda una vida al servicio de la corona castellana no le valdrán para hacer valer sus derechos ni los de sus correligionarios. A sus ochenta años presencia el derrumbe de su mundo, impotente ante la barbarie hace recuento de los acontecimientos grabados en su memoria a golpe de edicto y restricción. Junto a la tierra que cubre el cuerpo de su esposa, con la única ilusión de reposar junto a ella, Abraham rememora entrevistas habidas con la reina Isabel, tantas a lo largo de su vida, conversaciones con Isaac Abrabanel, visiones de Torquemada que atormentan sus recuerdos, en un afán de encontrar el por qué de tanta atrocidad.


Ficha artística

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Elenco:
   Abraham Senior:            Antonio Cabañas Matesanz
               Esther:                            Elena Sousa Peris
               Isabel I:                           Olalla Sánchez Díaz

Vestuario:Centro Ocupacional Sierra Norte (Apafam)
Pintor cuadro de la negociación: Ricardo Renedo
Audiovisual: Stéreopixel
Efectos de sonido: David Rodriguez
Iluminación: Mémorial Teatro
Técnico: Roberto Martín
Ayudantes de dirección: Olalla Sánchez y Antonio Cabañas
Texto, dramaturgia y dirección: Elena Sousa Peris


Agradecimientos: Jesús Herranz, Victoria García, Ayuntamiento de Sepúlveda, Ayuntamiento de Lozoyuela, Centro Comarcal de Humanidades de La Cabrera, Asociación Ayllón Medieval, en especial a su presidente Carlos Merino, Ayuntamiento de Ayllón, Bonifacio Bartolomé (Archivero de la Catedral de Segovia)

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Lo que dice la autora

Hace muchos años que me vengo interesando por la temática referente a los judíos sefardíes. En el primer guión de las visitas teatralizadas de Ayllón entré en contacto con ellos, topándome con personalidades tan complejas y pintorescas como el profeta de Ayllón, entre otras. 

Desde entonces me comenzó a interesar sobremanera la figura de Abraham Seneor, hombre poderoso de la corte de Isabel I. Lamentablemente ha sido poco lo que he encontrado para poder hacer de él un retrato fidedigno. Apenas se cita en los estudios cristianos y en los judíos tampoco demasiado. Quedó atrapado entre dos religiones y éste puede que sea el motivo de su casi total anonimato. 

Por otro lado, las fuentes judías se perdieron en gran medida, por lo que resulta muy difícil encontrar su historia. Se sabe de sus cargos y con ellos he soñado construir lo que podría haber sido su vida con grandes dosis de imaginación. La ficción se abraza a datos históricos que hacen muy probable una relación estrecha entre Abraham Seneor con la reina Isabel I, ya que los privilegios de los que gozaba son muy exclusivos, algunos sin precedente. Pero es muy complicado saber cómo y de que manera se entablo esta relación. Es histórico que Abraham Seneor se convirtió al cristianismo el día 15 de junio en el monasterio de Guadalupe, cuando apenas quedaba un mes y medio para que expiase el plazo de expulsión y siendo octogenario. Que lo apadrinaron los reyes Isabel y Fernando, que fue rab mayor de las aljamas (intermediario entre éstas y los reyes), y que en un primer momento, tras la promulgación del edicto, parece ser que empieza a liquidar sus bienes, presumiblemente para abandonar Castilla, pero las razones últimas son imposibles de saber.

En cuanto a la vida política de Isabel I, incluyendo en ésta su enlace matrimonial, ya que los herederos están obligados a emparentar por intereses de la corona, es cierto que se casó a escondidas y que la dispensa, digamos oficial, del papa no llegó hasta pasados tres años.
Que parecía más dispuesta a los acuerdos que a la guerra, pero que llegado el caso peleaba hasta la muerte. Que su fervor religioso, pudo ser el motor que la movió a solicitar la implantación de la santa inquisición y que murió convencida de su buen hacer, en esta dirección, pues en su testamento no figura entre lo que ella se atribuye como errores.

Torquemada, confesor de la reina e inquisidor general del santo oficio. Hay datos para creer que fue amonestado en varias ocasiones por la santa sede, y que estas amonestaciones fueron desoídas, que fuera realmente excomulgado habrá que seguir indagándolo, la fuente de la que procede es del libro “Operación nuevo mundo” de Simón Wiesenthal. El texto está transcrito de forma literal, pues se trata de un dato muy potente magníficamente expresado por el autor (pag. 39), pero me temo que insuficientemente contrastado; si elegí usarlo es por la carga dramática que aporta. De cualquier forma parece ser, que la excomunión, no era algo irremediable, era una especie de amonestación que si uno se redimía (presumiblemente pagando) volvía a ser aceptado. Me pareció interesante abrir el debate porque a la compañía Memorial le interesa la historia e intenta hacerla atractiva sin destrozarla, he aquí el porqué de esta explicación. 
 
Parece ser que los judíos Segovianos pasaron los últimos días, anteriores a la expulsión, guardando el cementerio.
Elena Sousa Peris.

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